Llovía desesperada el agua turbia del cielo,
desesperada llovía, poniendo un
áspero velo
entre te quiero y me quieres, entre tu anhelo
y mi
anhelo.
Amor que disuelve el agua en una simple inmersión;
amor que se
desgañifa invocando a la razón;
amor que piensa en mañana, no es amor de
corazón.
Tal vez la quise mucho, pero tal vez la quiero.
Esta frase te
ofrezco, cuyo único pero
es que la dijo antes un autor extranjero.
Ay
de mí, ay de ti. De tus desdenes en vista,
yo fe ofrezco mi cabeza como el
señor Juan Bautista.
No hay mal que dure cien años ni enfermo que lo
resista
La penuria de mis penas, el dolor de mis dolores.
Puedo
ofrecerte inclusive duelos de todos colores,
y aún cosas inusitadas, por
ejemplo, sinsabores.
Un amor se pierde ahora, otro amor ahora se
gana;
la mañana será noche y la noche será mañana,
y se abrirá en el
silencio —breve y única ventana—
como voz de la esperanza, la verde voz de
una rana:
Quien gana en amor se pierde, en amor quien pierde,
gana.
miércoles, 19 de septiembre de 2012
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