miércoles, 9 de noviembre de 2011

Carta primera a orillas del sepulcro del olvido

Ñuu Oko 9 de noviembre de 2011.




Sabes bien, sabes muy bien amor mío, cuánto me place, cuánto disfruto estar contigo, pero no puedo hacerlo más, si no me lo permites, si al buscarte por un medio u otro, eres un artista en darme con la puerta en las narices. Dime tú, prodigioso inventor de acertijos: ¿se puede querer, acercarse a alguien que no permite ser querido? Tú has roto todos los caminos de comunicación posibles conmigo ¿eso es lo que quieres? ¿así estás feliz amado mío?



Nada me daría mas gusto que estar junto a tí, ahorita, ahoritita mismo, pero ya has dejado claro que no merezco una visita tuya, en una tarde siquiera de domingo.



Corro, vuelo, me despedazo, voy tras de ti, tantas cosas he dejado para poder estar cerca, para poder tener cuando menos unos minutos de tu presencia, pero, según observo y percibo, te descontrola, te irrita, ¿te asusta mi persona?



"Nunca estés, donde sabes, la gente a tu alrededor, no quiere que permanezcas," es una de las lecciones que aprendí en mi palenque urbano, lleno de privilegios, en el que no tuve, amado mío, la culpa de nacer. Si uno pudiera elegir dónde y cuándo, yo habría elegido nacer en la misma tierra que ahora pisas, para tener el gusto, cuando menos, de mirarte todas las mañanas, estremecerme al toparme unos segundos con tus bellos ojos michos y mantenerme viva, con el solo hecho de saber, que eso volverá a suceder al siguiente día. No fue así, no ha sido así, por más que lo intento, no ha sido pues mi destino. Ya lo vez, haciendo un esfuerzo heroico por eliminar las barreras de la distancia, ahora resulta que estamos mas lejos, mas distantes y ausentes que en otros tiempos.



Y a pesar de todo, todavía insisto en tratar de sostener los hilos de la esperanza, para este amor, que a veces me parece, está a punto de caer al sepulcro del olvido: abrigo mis recuerdos, agradezco, los bendigo, claro, los buenos recuerdos que tengo contigo...



Todavía, los bocotes están cargados de flores, pero ambos sabemos, que pronto vendrá el invierno, ese que en la Costa no existe, pero cala hondo en el corazón y los huesos. Abandono, soledad, tristeza, es lo que mas se percibe en esa época, yo he pasado muchos inviernos sin tí, sin tu presencia, esperando una llamada tuya, cálida, desinteresada, que sea para preguntarme cómo estoy, para escuchar tu voz y entender con ese sencillo detalle, que donde quiera que te encuentres te acompaño y ocupo un pequeño lugar en tus pensamientos; que al menos seguimos siendo amigos, nada me haría mas feliz...ya lo vez, soy tan "arrastrada" como tu dices, que con eso me conformo.




Tuya, Esperanza.