domingo, 30 de septiembre de 2012

Invocando a la hermosa luna de octubre


Luna de octubre
Autor: Jose A. Michel
De las lunas la de octubre es mas hermosa,
porque en ella se refleja la quietud
de dos almas que han querido ser dichosas,
al arrullo de su plena juventud.

Corazón que has sentido el
calor de una linda mujer
en las noches de octubre.
Corazón que has sabido sufrir
Y has sabido querer desafiando al dolor.

Hoy que empieza la vida tan solo al pensar
que tu amor se descubre,
el castigo de ayer que me diste tan cruel
parece que murió.

Si me voy, no perturbes jamas
la risueña ilusión de mis sueños dorados.
Si me voy, nunca pienses jamás
que es con único fin de estar lejos de ti.
Viviré con la eterna pasión que senti
desde el día en que te vi,
desde el día en que soñé
que serías para mi.


Deja que salga la luna
José Alfredo Jiménez.

Deja que salga la luna
deja que se meta el sol
deja que caiga la noche
pa´que empiece nuestro amor
deja que las estrellitas
me llenen de inspiración
para decirte cositas
bonitas del corazón
yo sé que no hay en el mundo
amor como  el que me das
y sé que noche tras noche
va creciendo más y más. 
Y sé que noche tras noche
va creciendo más y más.

Cuando estoy entre tus brazos
siempre me pregunto yo
cuánto me debía el destino
que contigo me pagó.
Es por eso que mi vida
toda te la entrego a ti
tu que me diste en tus besos
lo que nunca te pedí.

Yo sé que no hay en el mundo
amor como  el que me das
y sé que noche tras noche
va creciendo más y más. 

Y sé que noche tras noche
va creciendo más y más.



Yo quiero luz de luna
Álvaro Carrillo.

Yo quiero luz de luna
para mi noche triste
para pensar divina
la ilusión que me trajiste.

Para sentirte mía
mía tú como ninguna
pues desde que te fuiste
no he tenido luz de luna.

Yo siento tus amarras
como garfios, como garras
que me ahogan en la playa
de la farra y el dolor.

Y llevo tus cadenas a rastras
en la noche callada,
que sea plenilunada,
azul como ninguna.

Pues desde que te fuiste
no he tenido luz de luna
pues desde que te fuiste
no he tenido luz de luna.

Si ya no vuelves nunca
provincianita mía
a mi selva querida
que está triste y está fría.

Que al menos tu recuerdo
ponga luz sobre mi bruma,
pues desde que te fuiste
no he tenido luz de luna.

Pues desde que te fuiste
no he tenido luz de luna.

 

viernes, 21 de septiembre de 2012

Lamento de la esperanza

Duele alimentar una esperanza que no se concreta, los días transcurren y se escurren lentamente como gotas de ácido sobre la corteza de mi alma, las cosas se complican con la llegada del período menstrual, recordándome la ausencia de tu cuerpo en mi cuerpo, la imposibilidad de albergar en mí una semilla tuya.
Cómo duele alimentar una esperanza que no se concreta, el puñal de tu silencio me parte en dos y tranquilamente, me empuja para continuar sola mi camino, supongo que ha de ser bueno para ti, a quien la vida le sonríe entre placeres y canto, que así sea, si eso es lo que apeteces, si eso es lo que te brinda felicidad y gozo.
Cómo duele alimentar una esperanza que no se concreta, el tiempo avanza y mientras yo me duelo aquí, esperando un gesto, una caricia tuya, que pudiera mitigar un poco, el dolor de tu ausencia, tú te alejas en busca de agradables compañías, bien por ti, que no mal gastas el tiempo, ni desperdicias la firmeza de la carne, al menos sé que no morirás por desnutrición, ni hambre.
Duele, duele mucho alimentar una esperanza que no se concreta, tal vez así sea su naturaleza: el juego consiste en correr detrás del viento, para conformarse apreciando, cómo mueve las hojas de los árboles, sentir cómo refresca nuestra piel tras una larga caminata, pero mas allá de eso...solo un recuerdo y en seguida, la ilusión de que vuelva, tal vez por la mañana, tal vez si le apetece y si no, nada.
Bien por ti, amor mío, que la alegría y el goce te abrigue entre sus sábanas, si ya me has olvidado en ellas, significa, que ni siquiera escucharás estas palabras, yo aquí, absolutamente ingenua, con mi esperanza adolorida, te digo: que no me arrepiento de haberte entregado el alma, porque lo fue, porque lo es tan tuya, que ni siquiera tu mente lo comprende, ni tu alma puede descifrarla.

¡Ay de mi! ¡Ay de mí, incauta!  que de esperanzas vivo, remendando ilusiones, evocando caricias, recordando palabras, tu lengua en mi cuerpo, mojándome el alma, mientras tú, cándidamente te olvidas de mi cama.

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Pequeña canción del optimista (Renato Leduc)

Llovía desesperada el agua turbia del cielo,
desesperada llovía, poniendo un áspero velo
entre te quiero y me quieres, entre tu anhelo
y mi anhelo.

Amor que disuelve el agua en una simple inmersión;
amor que se desgañifa invocando a la razón;
amor que piensa en mañana, no es amor de corazón.

Tal vez la quise mucho, pero tal vez la quiero.
Esta frase te ofrezco, cuyo único pero
es que la dijo antes un autor extranjero.

Ay de mí, ay de ti. De tus desdenes en vista,
yo fe ofrezco mi cabeza como el señor Juan Bautista.
No hay mal que dure cien años ni enfermo que lo resista

La penuria de mis penas, el dolor de mis dolores.
Puedo ofrecerte inclusive duelos de todos colores,
y aún cosas inusitadas, por ejemplo, sinsabores.

Un amor se pierde ahora, otro amor ahora se gana;
la mañana será noche y la noche será mañana,
y se abrirá en el silencio —breve y única ventana—
como voz de la esperanza, la verde voz de una rana:
Quien gana en amor se pierde, en amor quien pierde,
gana.

jueves, 13 de septiembre de 2012

Descubriendo a Renato Leduc

Un primer acercamiento a su obra, total, mas vale tarde que nunca...

Inútil divagación sobre el retorno
Renato Leduc.

Más adoradas, cuanto mas nos hieren
van rodando las horas,
van rodando las horas porque quieren.

Yo vivo de lo poco que aún me queda de usted,
su perfume, su acento,
una lágrima suya que mitigó mi sed.

El oro del presente cambié por el de ayer:
la espuma... el humo... el viento...
Angustia de las cosas que son para no ser.

Vivo de una sonrisa que usted no supo cuándo
me donó. Vivo de su presencia
que ya se va borrando.

Ahora tiendo los brazos al invisible azar;
ahora buscan mis ojos con áspera vehemencia
un prófugo contorno que nunca he de alcanzar.

Su perfume, su acento,
una lágrima suya que mitigó mi sed.
¡Oh, si el humo fincara, si retornara el viento,
si usted, una vez mas, volviera a ser usted!