Lucho, en
mi esencia de reptil, para no admitir, para no ser presa de sus numerosos y
repugnantes colmillos, para no escuchar sus estridentes sonidos: ya soy parte
del pasado, ahora vives nuevo idilio.
Como armas,
solo tengo un escudo de recuerdos, de este amor que en una noche nos unió en un
mismo beso, el bumerán de la luna, cuya forma también de cuna, reaviva ese
momento, cuando plácidamente te arrulló feliz mi cuerpo…
Por fin el
día amanece, las ratas se van, liberan mi alma, pero desde el techo emiten
sonidos, amenazan con volver, como lo hará la noche en la oscuridad de tu silencio…
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