De madrugada
entre las nubes
que envidiosas
pretenden opacarla,
la luna emerge
húmeda, nueva
y transparente.
Embriagada
de arrechura
se dispone
a mecerse
con su amante
y lo busca
ansiosamente
entre sus cráteres.
La luna se duele
al encontrar
su desaire:
el amante salió
sin dejar
ningún mensaje.
Esta tarde lloró
por no mirar
sus señales
y su recuerdo
empapó
con todas
sus humedades.
miércoles, 14 de septiembre de 2011
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